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La columna de opinión de Francisca Valdés, Directora de Mujeres Empresarias, para ESG Hoy, en el marco del Día Internacional de la Mujer
Chile, a lo largo de los últimos años, ha experimentado un significativo aumento en la presencia de mujeres en roles de liderazgo empresarial. Sin embargo, si vemos el panorama actual a través del Ranking IMAD 2023 (Índice de Mujeres en Alta Dirección), se revela una realidad que invita a la reflexión. Aunque entre 2017 y 2022 se observó un incremento en la equidad de género en la primera línea y en los directorios empresariales, la última evaluación indica una desaceleración en este progreso.
Según el estudio de Mujeres Empresarias, el ascenso de la curva se ha estancado, con puntajes que no experimentaron un aumento sustantivo en el último año. Este estancamiento cobra relevancia al considerar que el liderazgo femenino no solo es un tema de equidad, sino también una pieza clave para impulsar prácticas empresariales más sostenibles y conscientes.
Uno de los aspectos más inquietantes del análisis del Ranking IMAD es que el 18% de las empresas evaluadas no muestra presencia de mujeres en puestos de alta dirección. Este fenómeno se replica en la línea ejecutiva principal y afecta principalmente a sectores como transporte, almacenamiento, telecomunicaciones, así como a áreas industriales, construcción e inmobiliaria. Estos sectores, históricamente dominados por una perspectiva masculina, revelan la persistencia de paradigmas que aún dificultan la integración de mujeres en roles de liderazgo.
Es necesario y urgente reconocer que la inversión en mujeres y su desarrollo como líderes ESG además de contribuir a la equidad, es una estrategia inteligente para el futuro empresarial. La diversidad de género emerge como un motor de innovación, mejora la toma de decisiones y posiciona a las empresas en un contexto global que demanda prácticas empresariales, social y ambientalmente responsables.
En este contexto, surge la pregunta crucial sobre cómo el liderazgo femenino puede impulsar no sólo el tan anhelado balance entre hombres y mujeres en los equipos de trabajo, también la sostenibilidad empresarial. La respuesta se encuentra en los elementos únicos que las mujeres aportan a la mesa de decisiones, especialmente en términos de criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza). Como dice Nuria Chinchilla, economista española e investigadora, “las mujeres tienen una gran oportunidad como protagonistas e impulsoras de este nuevo modelo de sostenibilidad, y están más preparadas que nunca para aprovecharla”.
Por ejemplo, la formación académica de las mujeres en disciplinas vinculadas a la sostenibilidad, les da una perspectiva única. Este conocimiento especializado es invaluable en la gestión de los desafíos actuales relacionados con el medio ambiente y la responsabilidad social.
Sobre la diversidad de género, no solo mejora la toma de decisiones, también fortalece el rendimiento durante la integración de criterios ESG. Equipos diversos fomentan un compromiso más profundo entre los empleados, contribuyendo a una cultura empresarial más inclusiva y de apoyo.
Empoderar a las mujeres en roles de liderazgo fortalece la reputación de la empresa como ciudadano corporativo responsable. Esto es esencial al comunicar informes de sostenibilidad, ya que inversores y clientes valoran el compromiso genuino con cuestiones sociales y medioambientales.
Los desafíos son claros, especialmente en los sectores más estancados, como evidencia el Ranking IMAD. Es necesario y urgente reconocer que la inversión en mujeres y su desarrollo como líderes ESG además de contribuir a la equidad, es una estrategia inteligente para el futuro empresarial. La diversidad de género emerge como un motor de innovación, mejora la toma de decisiones y posiciona a las empresas en un contexto global que demanda prácticas empresariales, social y ambientalmente responsables.
Es hora de avanzar por un liderazgo empresarial más fuerte y consciente que refleje la diversidad de talentos y perspectivas de nuestra sociedad.